-¡Eres muy cruel! ¡Eres realmente cruel!- replicó ella
sollozando, e intentando ocultar su rostro tras su antebrazo con el propósito
de que se secasen sus lágrimas y los demás no vieran cómo lloraba y se
quejaba.- ¡No tienes ni idea de lo duro que es para mí! ¡Y-Yo no lo sabía!- se
dejó caer de rodillas al suelo y se apoyo en él con ambas manos, dejando
visible su cara.
-¡Yo sólo te digo la verdad!- se defendió el moreno,
indispuesto a ser ahora el malo de la película.
-Parad ya… ¡Parad ya de discutir!
-A…
-Acamparemos aquí.- le interrumpió antes de que dijera nada.
8:29 / Vagón 37
-¡Lo conseguimos Byron! ¡Llegamos a Kiderman!- exclamó la
chica con ilusión, admirando el paisaje nevado.- Aunque espero que haya playa
por aquí…- murmuró cubriendo parte de sus labios con el “puño pensativo”, como
ella lo llamaba.
-Yo a el estar aquí sentado no le considero algo especial.-
reconoció Byron, dibujando una sonrisa de lado que mostraba cierta vergüenza
por la inmadurez de su amiga, que, pese a tener doce años, también estaba poco
desarrollada en otros sentidos.
-Cierto, Arlette, ¿qué es lo que te pone tan contenta? Esto
es como un internado, sólo que de mucha gente, ¿no echarás de menos tú cama
caliente?- preguntó el castaño, con una pizca de burla en sus ojos.
-¡Podremos conocer nuevas personas! Y no seremos un grupo de
cinco, pronto seremos más.- Arlette se giró hacia la morena del grupo y sonrió,
en definitiva no había captado aquel chiste verde por parte de su querido amigo.-
¿No te parece emocionante, Abril?
-Dé-ja-me.- gruñó ella, recostada en el sillón, aparentando
que tenía sueño e intentaba dormirse cuando en realidad se limitaba a mirar con
la rapidez con la que caían los copos de nieve debido a la fuerte ventisca que
se había formado tiempo antes de comenzar el viaje.
-Gaaah, ¡eres una borde!- rechistó Arlette como un niño
pequeño que quiere jugar con aquel mayor que no le hace caso.
-¡Gaaah!- repitió Abril, girándose hacia Arlette.- ¡Te
pareces a la mismísima Ellen![1]
-Es como casa.- sonrió el castaño, haciendo que la mirada de
Abril se fijara en él.- ¿No te parece?
-Para nada.- espetó ella, para después levantarse dispuesta
a irse a alguna cabina vacía.
-Si ves a Luka…- comenzó Arlette.- Pídele que venga, por
favor.
-Hai…- gruñó la morena, para después cerrar las cortinas que
cumplían la función de una puerta.
-Mmmh… Si no la hubiéramos forzado a levantarse…- comenzó
Byron.
-No importa, nunca dormimos.- afirmó Brad sonriendo, intentando
que hubiera sonado como un consuelo.- Es su carácter, además, es mejor soportarla
que perder la posibilidad de hacer magia, ¿no?
8:37 / Vagón 26
-Yo soy Diamante, encantada. Pero si gustas puede llamarme
Diddy.
Diamante Bleak, puede que una de las personas más poderosas
de aquel desgastado tren, princesa de una región, elegida para heredar todo lo
que sus padres dejaran, y lo peor y mejor de todo, hermana de un bastardo al
que todos consideraban como el mismísimo hijo de ambos reyes, y el cual también
estaba dispuesto a heredar todo lo que pudiera de su padre y aquella mujer.
-Mi nombre es Luka.- sonrió la chica de pelo verde, contenta
de ver que no sólo ella y su hermano tenían la cabellera de un color no
especialmente natural, ya que en aquellas dos personas lo primero que podía
llamar la atención a simple vista eran sus melenas azules.- ¿Y tú eres…?-
preguntó dirigiendo la mirada al chico.
-Dhian Bleak, su hermano.- Diddy le habría dirigido una
mirada de odio de no ser que allí se encontraba Luka.
Dhian Bleak, el bastardo, ¿quién se creía que era para decir
que eran hermanos cuando parte de su sangre estaba sucia? Disciplina era lo que
le faltaba, se notaba que su padre había dejado que correteara por el castillo,
jugara en la despensa con aquellas ratas y estuviera la mayor parte del tiempo
en la calle, ya se había perdido más de una vez, y aún así seguía dejándole ir.
-¿Cómo se deletrea?- preguntó Luka, aquel nombre no le era
familiar exactamente.
-De, hache, i, a, ene. Pero se pronuncia como si delante de
la “i” hubiera una “a”, así que se convierten una “i griega”.- explicó él,
haciendo gestos con las manos como si así fuera más fácil comprenderle.
-Mmh… Entonces, ¿cómo se pronuncia?- preguntó la de pelo
verde de nuevo, aquella explicación la había liado aún más.
-Dayan, más o
menos. Es difícil de decir.
-Yo también tengo un hermano. Su nombre es Byron.- Luka se
levantó y se acercó a la cortina.- Creo que estaba en el vagón treinta y algo…
¡Seguro que se alegra de conoceros!
-Shoushi[2]...
¿Nunca maduraréis ninguna de las dos?- Abril apartó la cortina y se apoyó en la
pared.
-Gaaah, ¡eres una borde!- rechistó Luka al igual que había
hecho antes Arlette.
-En definitiva no.- se respondió a sí misma la morena.- Por
cierto, Arlette te llama. Está en el 37, con los demás.
-Claro.- asintió Luka.- Os lo presentaré.- dijo mirando a
los dos “hermanos”.- ¿Vienes tú también, Abril?
Ella negó y tras dejar que los demás salieran se tumbó sobre
el sillón del compartimento, no tenía sueño alguno, pero cualquier tipo de
viaje hacía que se sintiera cansada o la mareaba si el vehículo no era “bueno”.
8:45 / Vagón 59
-Sería una tontería no aprovechar el verano en esta
academia.- dijo la de melena rubia-pelirroja, para después voltear un mechón de
su pelo con la mano.- No hay cosas que hacer en verano, y no todo el mundo
puede jugar a ser Harry Potter.
-Será como un campamento con exámenes y deberes.- se quejó
la otra chica, acariciándose una de sus grandes orejas de gato.
-Pero así nos juntaremos con más humanos.- dijo la tercera,
dispuesta a hacer amigos de cualquier tipo.- Y podremos observar su conducta,
¿no, Caroline?
-Claro, con total de que no observen la mía, ¿habrá muchos
como yo por allí?
-Bueno, los humanos también tenemos nuestro punto de
belleza.- masculló Nathalie.
Las cortinas se desplazaron y tras ellas apareció un chico, envidia
de Nathalie y su pelo, que se vio superado por aquel rojo fuego con esos
reflejos naranja que hacían que pareciera arderle la cabeza.
-¿Os importaría parar de armar tanto escándalo?- pidió él,
con una de las telas en las manos, y mirándolas con el ceño fruncido, aunque
con una expresión poco amenazadora.
-Contigo no va la cosa.- gruñó la tercera, que se levantó
ondeando su cabellera morada como si estuviera dispuesta a hacer un concurso en
el que se demostrara quién tenía el color de pelo más extraño.
-Menudas bordes.- rechistó el chico, para después cerrar la
cortina y volver a su compartimento.
8:57 / Vagón 60
-Qué desagradables.- se quejó de nuevo el pelirrojo
dejándose caer en el asiento.
-Vamos Flarge, seguro que encontramos gente más…- comenzó
titubeando el rubio, a la vez que jugaba con sus dedos.
-¿Amable?- preguntó Flarge, terminando así la frase. Su
compañero asintió.- Supongo que sí…
-Disculpad…- una chica abrió la cortina con más delicadeza
que vergüenza y mostró la cabeza mientras sonreía con timidez.- ¿Están todos
los huecos ocupados?
-P-Para nada.- tartamudeó Flarge, mirando a la chica más
rojo que su pelo, puede que sí que hubieran personas más agradables.
-¡Alice! ¡Aquí Alice!- gritó ella, moviendo su brazo en el
aire. Se sentó en uno de los sitios libres y esperó a que apenas dos segundos
después entrara su amiga.- ¿Cómo lo has hecho? Si estabas al final del pasillo…
-Ya, bueno.- rió la “incorporada” sentándose al lado de su
amiga.- Soy muy rápida, ya sabes.- se dirigió hacia los dos chicos y sonrió- Mi
nombre es Alice, Alice Nippy. ¡Encantada!- exclamó para terminar con una
sonrisa aún mayor.
-Y yo soy Hellen. Hellen… Ah, sí, Hellen Wave.
Hellen Wave y Alice Nippy, nada fuera de lo normal, dos
hijas de humanos normales y corrientes y amigas desde la infancia. Alice toca
el bajo desde que es consciente de sus actos y Hellen hacía poco que empezó con
la batería, sólo porque a su amiga le hacía ilusión intentar montar una banda,
aunque fuera de dos, ella estaba segura de que encontrarían a más integrantes.
Lo que en verdad ama Hellen es la pintura, y cocinar,
cocinar postres sobre todo era algo le gustaba, y más aún a Alice, que era la
que los probaba. Aunque lo mejor de todo era jugar con su don, desde pequeña
hacía volar las cosas con suerte, asustando a sus padres o a cualquiera que
pasara por el lugar. Otra prueba de que ella, no era tan normal como todos
creían.
10:25 / Bosque
-¡Gaaah! ¡Borde, borde, borde!- le gritaron Luka y Arlette
al unísono, como si llevaran practicándolo meses.
-Dejadme en paz.- pidió Abril tras soltar un gruñido de
lobo.- ¡No creo que os gustase desaparecer de la faz de la Tierra!- gritó ella
para después comenzar a andar aún más deprisa.
-Esa chica es realmente tsundere.- comentó una pequeña voz,
que provenía de un poco más atrás.
-Esa chica es realmente histérica.- afirmó Diddy, de brazos
cruzados.
-Esa chica es realmente compleja.- dijo Brad, intentando
defender a su hermana.- Seguro que se calma, es sólo que se ha olvidado de
tomarse la pastilla de… de… ¡la pastilla!
-Aquí no habrá gente normal…- aseguró la de pelo azul,
alzando una ceja.
-Seeeeh, también había otras tres histéricas en un vagón.-
respondió Flarge, mirando a esas supuestas tres histéricas.
-¡La pastilla!
-¡No llames histérica a Meiko si no quieres verte la cara
con ella!- gritó la de pelo morado señalándose a sí misma con el pulgar.
-¿Un aplauso?- preguntó Flarge, con los brazos cruzados.
-Brazos cruzados, sinónimo de defensa… Puede que no sea tan
valiente como se muestra…- murmuró otra suave voz, distinta a la anterior que
mascullaba.
-¡Ni se te ocurra faltarle al respeto a Meiko!- gritó
Caroline como solía hacerle a los soldados o criados, aún acostumbrada a que la
obedecieran en cualquier momento.
-¡A mí no me llames histérica, yo no te hice nada!- gritó
Nathalie.
-¿Y cuál es el nombre de la histeria personificada?-
preguntó Dhian con un movimiento de flequillo, dirigiéndose hacia Arlette.
-Mmmh… ¿Por qué no le preguntas tú mismo? ¡Eres el primer
chico que se fija en ella, seguro que…!- Brad le tapó la boca a Arlette y la
mantuvo como pudo, ya que la castaña no dejaba de revolverse.
-Puede que sea maja.- suspiraron Alice y Hellen a la vez,
encogiéndose de hombros.
-¡Tienes razón!- exclamó Arlette, que le había mordido la
mano a Brad con total de soltarse.
-Será mejor que empecemos a caminar antes de que los demás
se vayan y nos dejen atrás.- comentó Diamante, que de inmediato fue seguida por
los demás.- Esto será divertido…
10:48 / Habitación 35
C
-Baka[3]-Desu…
-¡Yey, Abril!- exclamó Arlette, entrando por la puerta con
una maleta en la que su propietaria podría caer perfectamente.
-¿Qué pasa?- preguntó Abril, para después alzar una ceja,
sin entender qué quería su amiga.
-¡Menos mal que te he encontrado! Ya creía y todo que no
podríamos estar juntas en la habitación.
-¿Y qué?- quiso saber la morena, de nuevo con ese tono borde
que la caracterizaba, mientras se disponía a deshacer la maleta.
-Que… estaremos juntas… ¡Gaaah, te da igual!- gritó Arlette,
haciéndose la ofendida.
-Aún faltan dos.- dijo, señalando las dos camas restantes.
-¡Pues aún mejor!
-… Ya…- suspiró Abril, para después continuar con lo que
estaba haciendo.
-¿Y viste ya a algún chico mono?- preguntó la castaña,
colocándose bien las coletas altas.
-Un chico mono… un chico mono…
-Mi nombre es Ventus,
Ventus Breeze, pero me suelen llamar Ven.
-A mí me llaman
Sizeable.- respondió, para después cruzarse de brazos. Aquel chico no empezaba
con buen pie.
-¿Sizeable?- preguntó
él.
-Ese es mi apellido.
-¿No lo ves un poco
formal?
-Menudo imbécil…
-Con que sí, eh, ¡qué pronto comienzan los amoríos!
-Relaja la raja.- pidió la morena, mirando a su amiga.
-¿Cómo era? ¡Dime!
-… No te convienen los chicos malos.- avisó Abril, pero lo
que hiciera Arlette no era problema suyo, al menos por ahora.- Era… un poco más
alto que los demás. Su pelo es grisáceo, y sus ojos son azules, recuerdan un
poco al viento. Va vestido de calle.
-¿Y cómo se llamaba?- quiso saber la castaña, aún más
contenta a cada rato, de haber tenido ya su cola la estaría meneando cual perro
alegre.
-Ventus Breeze…
-Thanks!- gritó Arlette, para después dar un rápido abrazo a
su amiga y salir corriendo a buscar a aquel chico sin saber por dónde empezar.
-¡Arlette!- gruñó Abril.- ¡Baka…!
-Disculpa… ¿Está completa esta habitación?- preguntó una chica,
asomando la cabeza por la puerta.- Es que… las demás por las que pasé ya están
ocupadas.- la joven sonrió con vergüenza, como si hubiera hecho alguna
trastada.
-No te preocupes, sobran dos camas.- dijo Abril, para
después tirar una fina blusa sobre su cama recién salida de su maleta.- ¿De
dónde ha salido esto?
-Es bastante bonita.- dijo la recién llegada, inclinándose
sobre la cama de su “anfitriona”.- ¿Es tuya? No parece muy… de tu estilo.-
murmuró mirándola de arriba abajo, no lo decía por su pelo oscuro ondulado y
largo, ni por aquellas medias negras que cubrían sus piernas hasta las
rodillas, o las converse rojas que
parecían haber sido roídas por un ratón que no tenía más que comer. Sino por el
aura que desprendía esa chica a primera vista.
Abril cogió la blusa y se la tendió, sabía perfectamente que
era de Arlette, pero seguramente no se diese cuenta, ya que no utilizaría todo
ese mogollón de ropa veraniega que había traído en aquel paisaje helado.
-Si te gusta, quédatela, no me importa.
-¿En serio?- la de ojos morados parecía insegura, pero
terminó tomando la prenda con una gran sonrisa y confianza.- ¡Arigato[4]!
Ettoo…
-Sizeable.- completó la morena, extrañada por su forma de
agradecimiento.
-Mi nombre es Vanessa.- dijo, tendiéndole la mano a su nueva
compañera.- ¡Un gusto!- exclamó alegre.
-Abril… Abril-Chan.- sonrío vergonzosamente la morena,
aceptando el apretón.
Por fin habían llegado, iban a recomenzar, a volver a vivir,
a dejar de correr, a tener un nuevo hogar. Y todo gracias a Brad. Gran parte de
todo lo que sucedería en adelante, sería gracias a su querido hermano.
[1] Ellen: Personaje del
videojuego para PC, “The Witch’s House”, lo único que conseguía decir era Gaaah, o cosas por el estilo, algo así
como son los gemidos.
[2] Shoushi: Ridículo.
[3] Baka: Idiota.
[4] Arigato: Gracias.